Entrevista a Comunicación Empresarial

17 de gener de 2014.

Publicada a Comunicación Empresarial, suplement monogràfic encartat a premsa nacional.

Farran Advocats

"Una abogado además de útil en un juicio es idóneo para evitarlo"

¿Qué es para usted un abogado?

Alguien dedicado al estudio durante toda su vida, que hace informes jurídicos y sabe aconsejar a sus clientes para mejor resolución de los problemas que se le plantean. Además, como es obvio, es alguien dispuesto a pedir justicia ante los tribunales pues la licenciatura en derecho autoriza a ejercer la profesión pero por si misma no te convierte en un abogado. El abogado no nace, se hace mediante el ajetreo diario y el largo discurrir de la vida.

¿Cómo definiría su despacho?

Nosotros tenemos por principio intentar hacer bien aquello que se nos encomienda. Mis colaboradores y yo mismo estamos dispuestos y tenemos formación suficiente para ello, a especializarnos en cada asunto que tocamos. Pienso sinceramente que un abogado debe conocer y saber cómo resolver uno u otro asunto, aunque lógicamente, en un bufete siempre pueda existir cierto grado de especialización. Ahora le hago yo una pregunta: ¿Existe un confesor diferente para la gula, para la avaricia, o para la lujuría? Por supuesto que no. El abogado que sólo acepta temas civiles, matrimoniales o mercantiles, para poner un ejemplo, entiendo yo que se equivoca en no querer ver ningún asunto penal ya que, como he dicho antes, considero que todos tenemos la preparación suficiente hacernos cargo de la defensa de cualquier persona a la que se le impute algún tipo de delito. También como acusación particular. Además, los asuntos penales son apasionantes, al menos lo son para mí y, en bastantes ocasiones van acompañados de piezas separadas de responsabilidad civil. Únicamente es cuestión de tiempo, estudiar muy bien los temas y querer defenderlos. Para el abogado sólo debería haber dos tipos de asuntos: aquellos en los que hay razón y aquellos en los que no la hay.

¿Y cómo lo hacen?

Hay que saber escuchar mucho, prestar atención a cualquier detalle, saber observar y no minimizar nunca el problema que cualquier persona o grupo de personas puedan plantearte y sobre todo, no tener prisa en acompañar al cliente a la puerta. Sólo así se llega a establecer un vínculo con él que es el germen de la empatía necesaria generadora de la confianza que el cliente ha de tener con su abogado. Ello facilita enormemente todo lo que viene después. En mi despacho este modo de proceder es de estricta observancia. Es fundamental. Posteriormente sometemos el problema a estudio y valoramos las posibilidades de éxito con la consecuente puesta en marcha de toda la maquinaria jurídica y extrajurídica necesarias para darle solución.

¿También les asesoran antes de llegar a juicio?

Obviamente, ya que lo que se pretende es obtener un fallo favorable y además, existe todo un procedimiento procesal que la gente tiene que conocer. Fíjese usted, nuestra máxima es la que figura en el encabezamiento de este artículo, “ un abogado, además de ser útil en el juzgado es idóneo para evitarlo”, sin embargo, si hay que ir a juicio, se va, como no podría ser de otra manera. Invito a la gente a que visiten y consulten a un abogado ante cualquier duda legal que puedan tener. El ciudadano, mal asesorado, ve en muchas ocasiones cómo su asunto acaba en un juzgado cuando, en muchos casos, pudieren haberse encontrado vías extrajudiciales plenamente satisfactorias sin necesidad de engarzarse en pleitos que, se sabe cómo empiezan pero nunca cuándo ni cómo terminan.

¿Cree que la gente reclama suficientemente por los daños y perjuicios que se le ocasionan?

Rotundamente no. Los ciudadanos, aquí en nuestro país, solemos quejarnos de todo: de eso, de aquello y de lo de más allá, pero nos cuesta acudir a un abogado para que haga valer nuestros derechos ante el foro que corresponda. La cultura de la reclamación está muy poco generalizada entre la ciudadanía. Hay que decir y la gente tiene que saber que si ocasionamos daño a un tercero tenemos obligación de repararlo, resarciendo al tercero por el mal causado. Pero bueno, no voy a extenderme más en el derecho de daños, éste sería otro tema del que podríamos hablar larga y extensamente, pues por daños podríamos entrar en : accidentes de tráfico, negligencias médicas, deficiencias y defectos en la construcción, inmisiones, fincas colindantes, etc. Cada una de estos campos necesita un tratamiento particularizado.

En la actualidad está defendiendo los intereses de ciudadanos afectados por las participaciones preferentes…

Este es un ejemplo de daños realmente escandaloso del que podríamos escribir páginas enteras y no acabaríamos, pero ateniéndome y respondiendo a su pregunta le diré que sí, efectivamente, hemos defendido a particulares ante los tribunales, que ya han recuperado todo el capital invertido, en esa especie de artimaña, timo, engaño, pechardino de manga o como queramos llamar a ese tipo de actuaciones dolosas de las que, a mi entender, debería haberse ventilado alguna que otra responsabilidad penal. El tema de las preferentes ha sido y es algo vil, infame y bochornoso.

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